Resumen de
episodio 0.
En una Sevilla distópica, inundada por el incremento del nivel
del mar, gracias al cambio climático se suceden revueltas protagonizadas por
los saqueadores y los antimáquinas, estos se asocian y arrasan la ciudad, apoderándose
de ella. Los astilleros son atacados. Nuestros
amigos se ven obligados a embarcar en un prototipo de submarino y huir de
Sevilla a alta mar.
Bluserpens
I. El inicio de las aventuras
I. MUERTE.
La inmensidad del fondo del mar es ahora un cementerio, un camposanto de restos vegetales; de esqueletos
estáticos y rígidos.
Marisa recordaba el verde de lo que fue una pradera extensa;
ahora, gris uniforme como el fondo donde yace lo que antes tenía vida.
No solo han muerto las posidonias; la guadaña también segó el
refugio y el alimento de innumerables especies y, con ello, una parte
importante de nuestro sustento. Ésta es una de las muchas consecuencias que ha provocado
la alteración del equilibrio entre el hombre y la naturaleza.
Marisa está de pie frente al gran ventanal panorámico. Su mirada
enfocada al infinito acuoso.
La corredera que comunica con el Centro de Control se desliza,
casi en silencio, obligándole a recuperarse de su ensimismamiento. Carmen y
Justo, acceden a la Sala de Reposo con sus rostros muy serios.
Carmen se adelanta a Justo y habla en tono bajo pero firme.
—Marisa, hemos podido comunicar con algunos supervivientes de la
revuelta. Los saqueadores y los antimáquinas se han unido y han atacado todos
los puertos desde Huelva a Almería.
—¡Joder! ¿No vamos a poder volver? —A Marisa se le humedecen los
ojos mientas habla.
—Me temo que no— Justo emplea la voz más cariñosa que es capaz
de articular— Vamos a intentar facilitar alimento a los supervivientes que
intentan agruparse en las antiguas instalaciones de los astilleros navales.
—Capitana, —la voz de la IA de la nave interrumpe la charla—
recibimos una comunicación de Juana Maldonado.
—Ponla en los altavoces de la sala. —Carmen sonríe recordando a
su compañera Juana —¡Hola Juana!
—Hola Carmen y a todos los demás. —la voz de Juana llega
acompañada de ligeros jadeos. —Acabamos de recuperar los astilleros, la antigua
cárcel, la estación de Santa Justa y el viejo aeropuerto. El acceso al
Guadalquivir está controlado por los saqueadores y antimáquinas… no podéis
volver. No hay acceso posible.
—¿Y toda la gente que habitaba en la ribera del rio? —Justo se
adelanta a los pensamientos de sus compañeros.
—Muertos o unidos a los sublevados —Juana, contesta sin vacilar—
Muchos de nuestros compañeros son cadáveres esparcidos por lo que era el
puerto. El alcalde y gran parte de la policía han desaparecido. El ejército ha
desplegado tanques y tanquetas por toda la ciudad e intenta trasladar a los
pocos supervivientes al aeropuerto y a la vieja Santa Justa. ¡Se han apoderado
de todo! —grita Juana.
Después de unos segundos de silencio, Juana continúa:
—El ejército está recuperando víveres, concentrándolos en el
Aeropuerto. Alrededor de Santa Justa han creado una zona amurallada de un
kilómetro de perímetro derribando todas las edificaciones y, en el aeropuerto,
están utilizando los hangares como centro de distribución de alimentos.
Pretenden crear un corredor protegido entre Santa Justa y el Aeropuerto. —Juana
interrumpe su conversación y solloza— ¿Cómo no nos dimos cuenta de esto?…
Una sirena interrumpe la conversación y la comunicación.
Los tres se miran. No hace falta hablar.
II. VIDA.
Félix sigue
encerrado en su camarote.
En un primer instante,
reaccionó con silencio, sin movimiento; como un objeto; pero dos días después
de verse obligado a embarcar y huir de una muerte segura, despertó en la
realidad. Su boca vomitaba insultos y, sus puños, cabeza y pies golpeaban todo
a su paso. Justo consiguió reducirlo mientras Carmen le inyectaba un calmante.
Ahora despierta
desorientado y aturdido. El dolor de cabeza es insoportable. Necesita unos
segundos para recordar… —Maldita sea— masculla todavía mareado.
Aún así, no se
incorpora ni busca sus imprescindibles gafas. Mira al techo y cierra los ojos.
Vuelve a
despertarse, no sabe cuánto tiempo lleva durmiendo pero recuerda todo lo que ha
ocurrido. Caen algunas lágrimas de sus ojos y por fin se incorpora. Ha estado
durmiendo en el suelo, su único compañero en la habitación. Se levanta. En un
rincón del camarote encuentra el resto de su ropa y las gafas.
Una vez vestido
aprovecha una pared metálica y pulida para atusarse el pelo y recolocarse la
ropa. Nota que su olor corporal no es el adecuado pero no tiene nada con que
disimularlo.
Con mucha
parsimonia se dirige a la puerta y cuando iba a golpearla, ésta se desliza
hacia el lateral derecho hundiéndose en la pared. Justo y Marisa le sonríen y,
acto seguido, Félix les lanza un abrazo de disculpa.
—Te hemos estado
vigilando a través de las cámaras, nos tenías preocupados, Félix. —La capitana
no suelta la esquelética mano mientras le sonríe. —Nos alegra tenerte de
vuelta.
Félix no sabe que
decir pero su cara muestra mucho más de lo que puede hacer su voz.
Ahora es Justo el
que habla.
—Ven con nosotros a
la Sala de Reposo, por el camino te contamos como está la situación.
III. FUTURO.
La Sala de Reposo
se ha convertido en la sala de reuniones.
Hace unos años las
grandes empresas disponían de salas, en la parte más alta de los edificios, dónde
los directivos se reunían y planificaban estrategias comerciales. Envueltos en
las máximas comodidades y con las mejores vistas de sus dominios, decidían el
camino más rentable para sus empresas.
Exactamente así se
encontraban los tripulantes del Bluserpens, solo que las vistas de sus dominios
eran las imágenes del inmenso fondo estéril.
Carmen, Justo y
Félix llegan a la Sala donde les aguardan, Marisa y Gran 21H.
Marisa se abalanza
sobre Félix y le estampa dos sonoros besos.
—Me alegra verte,
Félix.
—Igualmente Marisa.
Me encuentro mejor gracias a ti y a tu inyección. —Félix y sus dos metros de
altura empequeñecen, mientras separa a Marisa del embarazoso abrazo.
—Vamos chicos,
tomemos asiento en la mesa redonda del centro. —Seria y contundente, Carmen se
dirige a la mesa, espera que todos se sienten y prosigue —Delante de cada uno
de vosotros tenéis una pequeña ppc (portable personal computer) que os
mantendrá informados, en tiempo real, de cualquier novedad que tengamos desde
tierra. Justo os detalla las características. Adelante Justo.
—Gracias Capitana —Justo
da solemnidad a la palabra “Capitana”. —Las pequeñas ppc deberán estar adheridas a vuestro cuerpo, os recomiendo la
parte inferior de vuestro antebrazo. No solo servirán como panel informativo
también las aprovecharemos como intercomunicador entre nosotros y sobretodo con
21H —todos, al unísono, se giran hacia la puerta de acceso, allí, el imponente
robot permanece impertérrito.
Justo espera unos
instantes antes de continuar, estudiando la expresión de sus compañeros.
—Gran 21H es un
androide, fabricado en Granada y es el primer robot, en fase experimental, con
capacidad de tomar decisiones. Nos apoyaremos en él al igual que nos apoyamos
en la IA del Bluserpens. Él nos ayudará valorando las situaciones que se presenten,
tanto hipotéticas como reales. —Justo parece divertirse con la situación. Las
caras de sus compañeros mezclan la incredulidad con la sonrisa.
—La situación es
grave, —Carmen decide intervenir contundentemente— y nosotros podemos ayudar a
amortiguar la situación de nuestros amigos en tierra.
—¿Cómo? —Interrumpe
Félix.
—A eso voy. —Replica
la capitana— Ya que no nos es posible volver, el submarino sería destruido
inmediatamente, el nuevo Centro de Mando nos pide ayuda y que les proveamos de
comida, sus reservas no superarán los treinta días. Nuestro Bluserpens está
preparado y adaptado para tratar y procesar grandes cantidades de comida.
—Disculpa Carmen, —educadamente,
Félix interrumpe a la capitana—¿Comida?, ¿nosotros? Sólo has de mirar por el
ventanal y verás…
—Tranquilo Félix. —Carmen
anula la negatividad de Félix de forma inmediata—La comida no está aquí tan
cerca. Marisa nos explicará sus teorías sobre los desplazamientos migratorios
de los grandes bancos de peces y de los cambios que se han producido en los
últimos quince años.
IV. ESPERANZA
Varios días de navegación
entre paramos desolados hacen mella en la mente de todos. El desaliento comienza
a manifestarse.
Carmen establece
comunicación con Juana
—Hola Juana.
—Hola Carmen.
—Juana sigue teniendo ese tono de voz que suena a derrota.
—Nosotros estamos
bien. Hemos emprendido la búsqueda de alimento. Aplicando las teorías de
Marisa, deberemos encontrar grandes bancos de túnidos en cualquier momento. —La
voz de Carmen languidece— Estoy con Justo y 21-H en el centro de control de la
nave. Félix y Marisa descansan de su turno.
—Aquí seguimos con
el asedio de los saqueadores y antimáquinas. El ejército los controla, por el
momento, y la muralla creada alrededor de Santa Justa aguanta bien, el pasillo
que comunica con el aeropuerto también. Ayer se infiltraron dos “desdentados”
(así llamamos a los saqueadores) y fueron abatidos cerca de los hangares que
almacenan la comida. Hemos empezado a racionar los alimentos de forma muy
severa. Este es el parte de los últimos días.
—Aguantad, —dice Carmen
con firmeza— os iremos informando de las novedades. Corto y cierro.
Justo y Carmen se
miran. Durante unos segundos los pensamientos prevalecen ante el dialogo.
Justo rompe el
silencio.
—Siento haberte
metido en esto, Carmela.
—No seas tonto, —una
mano de Carmen se posa en el hombro de Justo— si no llega a ser por ti y tu
cacharro azul… todos estaríamos muertos —se separa de Justo y asevera
—encontraremos esos bancos y… —La IA de la nave interrumpe la conversación.
—Capitana, los
sensores detectan múltiples objetos orgánicos en movimiento. Forman un bloque homogéneo.
En doce kilómetros, SO.
—¡Fantástico!
Despierta a Félix y Marisa. Prepara una de las cápsulas para salida.
Las ppc hacen su trabajo y despiertan a
Félix y Marisa.
V. COMIDA.
El lanzador expulsa
la capsula con Marisa, 21-H y Justo. 21-H pilota con maestría la capsula, muy
cercana al fondo y sin rozar ninguna planta. Sigilosamente se dirigen hacia, lo
que ellos creen que es un banco de peces.
Marisa y Justo,
hablan de la estrategia para capturar el mayor número de peces, pero son
interrumpidos por una voz metálica desconocida hasta ese momento. 21-H habla
por primera vez.
—Arrastrar las
redes hacía un lugar determinado y hacer pasar por encima al banco es la mejor
opción. —No hay emoción en las palabras del androide.
Tanto Justo como
Marisa se quedan con la boca abierta. Justo es el primero en reaccionar.
—¿Y cómo
manipulamos las redes una vez pasen por encima? —La cara de Justo es una
caricatura —¿qué hago yo hablando con un robot?
—Extender las redes
que tenemos en la bodega, camuflar una de las capsulas en el extremo de la red,
el otro extremo sujeto al Bluserpens, cortar el paso al banco de peces con una
red vertical sujeta a la otra capsula. Una vez los peces pasen por encima, la
capsula camuflada realizará un giro invertido hacia el Bluserpens, los peces
que escapen chocarán con la red vertical y muchos serán capturados. Mi solución
es la mejor posible. —21-H termina su exposición.
Marisa lanza una
pregunta al androide —Te falta un detalle, si yo me quedo en el Bluserpens con
Félix, Justo pilota una de las capsulas, Carmen la otra, ¿cómo esperas atraer
al banco de peces a la trampa? —Marisa no ha sido nada cuidadosa con la
pregunta. Ni siquiera espera la respuesta del androide y continúa hablando con
Justo. Vuelven a ser interrumpidos por el robot.
—Yo atraeré a los
peces.
Justo y Marisa se
miran sin dar crédito a lo que acaban de oír.
muy largo pero bacan
ResponderEliminarGracias por leerlo y opinar
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