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lunes, 2 de septiembre de 2013

SAMIRA







Preciosa, radiante, apetecible, sensual, allí está ella en la cama y en la posición que yo deseaba, preparada para cumplir con sus obligaciones y satisfacer cualquier deseo de sus clientes incluidos los no manifestados oralmente. Sí, Samira puede leer la mente. En realidad no exactamente; es capaz de descifrar las ondas cerebrales, conocer el estado de ánimo de la persona y utilizar toda esa información para transformar cualquier proceso mental negativo en euforia si es necesario. 

Es su trabajo desde hace 6 meses, el tiempo en el que se ha evaluado la conveniencia de seguir con el proyecto y crear los futuros neoseres que serán utilizados para dar placer sin límite o su destrucción como otros muchos prototipos anteriores. Hoy es el día del examen final, el día en el que termina la fase 0 del proyecto SA, el día en el que test es distinto, no habrá reportes de terceros,  yo su creador, soy su evaluador.

Samira se incorpora de la cama y camina hacía mi con un movimiento de caderas felino. Admiro su cuerpo desnudo; brillante; oloroso; excitante… intento hablar para disimular mi turbación pero ella me lo impide posando uno de sus dedos en mis labios con la otra mano se apoya en mi pecho y sus labios se juntan con los míos regalándome el premio de mi deseo. 

Transcurrido un tiempo indeterminado se separa de mí.
-       No hables, sé lo que necesitas y te lo voy a dar sin que lo pidas.
Su voz rebosa ternura, penetra en mi mente con lentitud neutralizando cualquier otro pensamiento, una comunicación apoyada con su mirada que se convierte en prioritaria que desconecta todo lo demás para ser el foco principal de mi atención.
Maldigo la torpeza de mis manos que no han sido capaces de repasar los contornos de la tierna escultura que he tenido tan próxima. Me avergüenzo de mis pensamientos, de las cosas que me gustaría hacer con ella, de lo que disfrutaré... Sé que está interpretando todo lo que acontece en mi cabeza pero solo sonríe en una clara invitación a que de rienda suelta a mis deseos... los que sean.


En el año 2048 el magnate ruso Dmitry Itskov y su equipo de científicos de Kurzweil Technologies desarrollaron una propuesta: Yearning la mayor ciudad de diversión y ocio que jamás soñó La Humanidad ubicada bajo la superficie de la Luna. Inmediatamente fue apoyado por todos los países conscientes del potencial lúdico-económico y pusieron a su disposición toda la tecnología y colaboración necesaria para convertirlo en realidad.
Hoy, 8 años más tarde, Dmitry es la persona más poderosa del Sistema Solar y quien, verdaderamente, toma las decisiones político-financieras de la Tierra, mi jefe en los últimos 12 años.

El desplazamiento de la puerta y la llegada de Dmitry me devuelven a la realidad.
-       Buenos días, Joseph —Se sienta lo más próximo a mí a pesar de la amplitud de la sala e inicia la conversación—Te preguntarás el porqué de esta reunión privada y confidencial… ¿Quieres una explicación?
Demuestra su aprecio hacia mi persona, está acostumbrado a ordenar y sabe que no es necesaria justificación alguna para que los demás ejecutemos sus peticiones y aun así me da la oportunidad de recibirla.

-     Señor Itskov usted es mi jefe y no… —Como era previsible no me deja terminar la frase—

-       Joseph eres de los pocos que me comprende sin necesidad de mostrarte como un lacayo obediente, como deferencia a los años que llevamos juntos y a la trascendencia de esta reunión… —Mi  sonrisa le da la conformidad que busca para poder continuar el speech— No necesito ninguna otra opinión. Y ahora, sin ningún adorno científico y en lenguaje comprensible dame tu informe de la evaluación de SA11.

Despliego la pantalla holográfica central y vuelve a interrumpirme.
-       No es necesario informe oficial solo es una conversación… importante… Adelante.

Trago saliva intentando deshacer el nudo que tengo en la garganta para poder hablar. 
-       Samira, SA11, presenta los mismos problemas que los anteriores androides aunque hemos conseguido retrasar en el tiempo su manifestación, por lo que creemos que estamos en la línea correcta y que el próximo prototipo SA12 dispondrá de una versión mejorada del actual.

-       ¿Será una versión definitiva? —Lanza la pregunta esperada, la que ha motivado esta reunión.

-       Probablemente no pero seguro que será superior a la actual… —Otra interrupción—

-       Por lo que necesitaremos más prototipos, más tiempo, más dinero… ¿Cuántas versiones serán necesarias crear hasta conseguir la definitiva?

Pensaba que ya había lanzado “La Pregunta”, pero me he equivocado esta parece ser la más importante… en realidad es la respuesta la que puede resultar decisiva para sus planes.
-       No lo sabemos, no podemos cuantificar las unidades prototipo necesarias para conseguir el definitivo… pero hemos realizado una estimación de tiempo y probablemente necesitaremos un mínimo de 20 años para conseguir culminar el proyecto con éxito.

Pensativo, con la mirada perdida y el ceño fruncido, Dmitry parpadea continuamente… parece estar procesando la información. Tras unos interminables segundos comienza a hablar despacio...
-       He invertido mucho tiempo y dinero en todo esto... sin resultados… mi paciencia y la del resto de inversores se ha agotado… ¡La financiación se ha terminado!... Volveremos utilizar humanos para los placeres sexuales, son manipulables y se pueden comprar… Este mal sueño queda definitivamente suspendido, los laboratorios y todo el equipamiento serán desmantelados por la brigada de limpieza; la programación, informes y cualquier software que haya intervenido será destruido inmediatamente. La guardia informática revisará las pertenencias de todo el equipo que ha participado y requisará la información de la que dispongan —con solemnidad añade— No quedará ningún rastro del proyecto SA.

Sin poder contenerme le espeto —¿Qué le ocurrirá a Samira?—

-       No se le restablecerá la conexión, será destruida inmediatamente.

Me quedo solo… siento haber defraudado a Dmitry… por primera vez he fracasado como científico pero… no como persona… ¡He cumplido mi promesa, Samira!

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