Tiembla, suda y su andar encorvado delata
que algo no funciona bien, Daniel esta descontrolado, no sabe lo que le está sucediendo.
Una hora antes reponía energía en su
elitista apartamento de la calle Princesa, cuando la placidez del sueño se
turbó por un violento despertar.
Entre espasmos y calado en sudor,
gritaba enajenado mientras sus manos aplastaban sus orejas intentando atenuar
un zumbido que solo existía en el interior de su cabeza. Recordó el sueño, se
encontraba rodeado de rayos fosforescentes que se cruzaban estrellándose contra
paredes blancas que se volvían negras tras el impacto, destructivas explosiones
por todos lados, mezcladas con gritos y sollozos; muerte.
Intentó recuperar el control
reflexionando sobre lo que le pasaba pero no era capaz de construir ningún
razonamiento, las ideas se desmoronaban y se alejaban hasta perderse en algún
rincón de la mente. La inestabilidad emocional se acentuaba y, sin saber cómo,
se encontró en la calle. La noche de verano era calurosa y la ausencia de Luna destacaba
el negro del asfalto de La Gran Vía. Corrió agazapado hacía Plaza España,
intentando calmarse, relajarse, colocar su mente en el equilibrio adecuado;
pero no lo ha conseguido, se detiene a la altura del hotel Washington, no dobla
la calle, asoma su cabeza furtivamente por la esquina, reconoce el terreno, se
asegura de que nadie le sigue y gira por General Mitre, merodea, olfatea, ha
aflorado el animal que lleva dentro restándole consciencia racional, no son
buenas noticias para quién se interponga en su camino, desgraciadamente el
individuo con el que se cruzará 18 pasos más tarde lo ignora.
Los duros entrenamientos han finalizado,
la fase de monitorización y seguimiento de la reeducación neurológica ha dado
los resultados positivos esperados, el Dr. Caster está satisfecho, en unos
segundos comunicará a Daniel San su misión.
Con él aviso de llegada de Daniel, el
Dr. regresó de sus pensamientos.
- Adelante
Daniel —se inicia la comunicación
mental— hoy es tu última noche en la base, mañana estarás en Madrid, España.
- Se
acabó la instrucción —no había lamento alguno, solo complacencia— estoy
preparado para dejar el ambiente propicio de la base y enfrentarme a ese clima
tan extremo.
- A
pesar de que tu cuerpo está preparado para ese cambio tan radical recuerda que
el final del día es el más adecuado para nosotros, las temperaturas descienden
y la luz se atenúa con lo que nuestros sentidos funcionan a la perfección —no estaba
de más recordarle a Dan la situación más favorable para él—
- La
diferencia con nuestro clima original es muy grande… parecía imposible la rápida
adaptación —Dan reflexionaba en voz alta, hasta que se dio cuenta de que no
debía dudar—
El dialogo mental se realizaba en el
centro de la Sala Oren (nombre en honor al sistema planetario del que son
originarios y al de su planeta) de pie y frente a frente. El doctor dejó de
mirarle y se giró hacía el panel que mostraba una vista aérea de Madrid dando
pasó a la comunicación verbal, sorprendiendo a Daniel por ese repentino cambio.
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soles de preparación técnica y las modificaciones en tu piel, garantizan el
éxito —el Dr. interpretó las dudas de Dan como los nervios del primer enviado—
Daniel tu misión consiste en infiltrarte en unos de los centros de poder de
España, deberás sustituir al Presidente del Grupo Era, el grupo de comunicación
más influyente del país. Todo está preparado, las instrucciones e información
están aquí —le hace entrega de un pequeño cilindro— Solo falta que te implanten
el intercomunicador y los filtros solares para tus ojos. Recuerda que eres un
eslabón de la cadena del que depende nuestra raza.
Los ojos enrojecidos de Dan no dejan de
escrutarle, si el desconocido no levanta la vista del suelo tendrá una
oportunidad de salvar su existencia.
El anónimo viandante introduce su mano
derecha en el bolsillo como si buscara alguna cosa y mueve la cabeza, lo suficiente
para que Dan crea que le ha mirado, penetra en su mente y… ya no existen dudas,
sucederá.
Sólo quedan tres pasos, el individuo se
ha detenido mirando a Dan con la malévola sonrisa de creerse en superioridad, un
largo y estrecho objeto que brilla en la oscuridad así lo refrenda. Dan ha
interpretado el desafío, las mandíbulas prensan sus dientes y los latidos de su
corazón ascienden hasta sus ojos.
Se inicia un breve monólogo:
-
Tío dame todo lo que lleves encima o
probarás mi machete.
En
menos de un segundo la mano izquierda de Dan inmoviliza el antebrazo armado del
atracador y su diestra se lanza hacia la garganta provocando un ruido sordo. Al
extraer la mano se rompe el equilibrio, el ajusticiado cae entre mortales
espasmos que cesan al disminuir el caudal de la sangre.
Aún jadeante Daniel observa el resultado
de su ira —¿Por qué?— grita sin control —Hubiera bastado desarmarlo… ¿qué me
sucede?—
La repentina lucidez le permite iniciar
una comunicación a través del comunicador integrado en su oreja:
-
Ben Caster al habla. ¿Qué ocurre,
Daniel?
-
Ben… he perdido el control… he matado a
una escoria, por favor…
-
Dan no te muevas del lugar, tengo tus
coordenadas. En dos minutos te recogerá una unidad de limpieza y se encargará
de todo.
120 segundos más tarde, la unidad
aterriza en silencio. Por la rampa de la aeronave descienden dos enormes
personajes embutidos en trajes blancos, provistos de una especie de escafandra
cuadrada, El primero le saluda y el que está detrás también levanta su mano
izquierda pero desde la derecha emerge un fulgor que impacta en el pecho de Dan
derribándole. Pensamientos inconexos penetran en su mente mientras sus ojos se
cierran, le han sedado.
El primer día en Madrid fue inolvidable
para Daniel. Tomó posesión de su apartamento en un edificio de la calle
Princesa, muy cercano al centro de la ciudad y a pocos metros de las oficinas
del Grupo Era, donde ejercería de presidente en pocas horas.
Asomado a la ventana observaba a su
chofer en el interior del vehículo negro que utilizará para moverse por la
ciudad, un tipo fornido y musculoso con más pinta de guardaespaldas que de
conductor.
La noche comienza a abrirse paso. Con el
corazón ligeramente acelerado recogió su maletín y se dirigió al ascensor que
bajaba directo a la calle. El atento chofer le abrió la puerta —Buenas tardes
Sr. San— no recordó su nombre por lo que asintió con la cabeza. Se acomodó en
la parte posterior desde donde visualizaba las pantallas de TV de su Grupo
Empresarial.
- Sr.
San, la cajita de la mesa es para Ud., contiene un tablet con la lista de
invitados con enlaces a sus biografías y su discurso. El protocolo de saludos y
la distribución de las mesas para la cena.
- Gracias
Tomás —recordó el nombre— Veo que se ha modificado la presencia del
representante de la Familia Real.
- Efectivamente
Sr., el Rey no quiere perderse ningún sarao.
Encendió el tablet y el destino ya se
observaba a través del parabrisas. El Hotel Palace estaba fuertemente
iluminado, un reguero de hombres de negro creaba un círculo alrededor de él,
que solo se rompió para dejarlos pasar iluminados por los flashes de los fotógrafos,
en ese momento Dan volvió a experimentar un pequeña angustia similar a la que
había sufrido al salir del apartamento. En el descenso por el garaje aprovechó
para revisar la lista de invitados… Presidente de Gobierno y Señora, el Presidente
del Congreso de los Diputados, los 3 secretarios de los partidos políticos más
influyentes, el Embajador de los EEUU, el de Alemania, el Presidente del
Tribunal Constitucional…
Sintió una opresión en su garganta que
le dificultaba levemente la respiración —los nervios del momento— se dijo para si.
La mesa del doctor Caster es un
galimatías. Rodeado de pantallas holográficas repasa los acontecimientos, el
caso de Dan es el decimo que se produce en los últimos 30 días, es evidente que
los tratamientos de psicoterapia no han funcionado.
La ficha de Daniel se destaca en primer
plano mostrando los resultados positivos de los test post tratamiento, el
margen de error es inexistente y el comportamiento monitorizado en los dos siguientes
meses no produjo ninguna alteración neurológica. El doctor presiona el vértice
superior de la holopantalla central y vuelve a visualizar las anomalías de Dan.
Sus dedos se mueven con rapidez, minimiza todos los archivos abiertos y los
arrastra hacia el centro, fusionándolas con la ficha de Dan. La base de datos
vinculada tardará unos segundos en realizar las comparativas, Ben repasa
mentalmente algunos detalles intentando adelantarse a los resultados, sus cálculos
se interrumpen por la entrada de una comunicación vía urgente.
- ¿Qué
ocurre Ben? –El responsable de la misión Slium irrumpe bruscamente. La
preocupación es patente en su rostro– Todos nuestros esfuerzos para
introducirnos en esa sociedad están en peligro.
- John,
ignoramos qué sucede, el tratamiento fue realizado correctamente, los
resultados a su finalización, perfectos, la monitorización de 60 días no
desveló errores… no obstante … –la pantalla central muestra los datos
solicitados–
- ¡Vamos
doctor! ¿Qué pasa?
- He
realizado una comparativa entre Dan y los otros 9 casos de descontrol neurológico
y… parece que hay modificaciones en el hipotálamo de Dan y… comparado con los
otros casos… ¡la analogía es del 98,7%!
- ¿Esa
modificación es la causante del cambio de conducta de los enviados?
- En
una altísima probabilidad y… hay más, el aumento de la temperatura corporal, la
inapetencia sexual, la descompensación en el sueño, la mínima ingestión de
alimentos y líquidos… se producen en todos los individuos, como un patrón.
- Ben
suspende la misión y mantén a todo el equipo inoperativo hasta que encontréis
una solución, envíame un informe con las comparativas, me reuniré con el Comisionado para notificarle la nueva situación.
Fin de la comunicación.
El planeta de destino para el equipo de
enviados del Dr. Caster era Slium. Habían tenido suerte, Slium era un planeta
que cumplía todos los requisitos de habitabilidad necesarios para su raza, aunque
se precisarían 8 ó 10 generaciones para que la adaptación fuese perfecta, las temperaturas
eran mucho más altas y la luz más duradera que en Oren ya que la proximidad a
su estrella era menor, mientras tanto con la ayuda de implantes en la piel, los
filtros para los ojos y nariz podrían soportar el clima extremo de ese planeta.
No obstante su reto era algo diferente
al resto de equipos de enviados, ninguno de los 25 equipos tenía ningún
impedimento especial para establecerse en sus respectivos destinos, que no pudiera
resolverse con tecnología, esfuerzo y tiempo, tal vez en algunos de ellos se
debía modificar la atmósfera del planeta seleccionado, en otros construir
bóvedas por debajo de la superficie… nada que en 1.000 años no se pudiera
realizar, pero para el equipo del Dr. era distinto, Slium estaba habitado y no
podían llegar allí, aterrizar y saludar. Slium disponía de una atractiva
situación que sirvió para ser elegida como destino: su estrella todavía era muy
joven, no como la que alumbraba y daba vida a Oren que había empezado la
regresión y a pesar que la fecha de ejecución era indefinida se sabía que no
duraría más de 1000 años.
El análisis de sus habitantes resultó
ser la de una raza bastante primitiva tecnológicamente hablando, acababan de
descubrir los viajes espaciales y, además, eran muy inestables mentalmente
dando lugar a numerosos conflictos bélicos entre ellos. No se podía realizar
una invasión con guerra y exterminio, ese era un planteamiento descartado para
el estadio de evolución de los habitantes de Oren. Había que utilizar otro
método, la sustitución paulatina de los centros de poder y decisión en el
planeta para conseguir un cambio de mentalidad que favoreciera la llegada de
los orenitas como raza superior, una vez culminada la primera fase se sometería
a los sliumnitas para que trabajaran en lograr que el cuarto planeta del
sistema, Redum el planeta rojo, se convirtiera en habitable en menos de 600
años, como premio les cederían tecnología con la que evolucionarían a niveles
impensables en poco tiempo.
El abatido Ben seguía dándole vueltas, todo
había sido preparado al límite de la perfección, revisado y simulado ante
cualquier incidencia que se pudiera producir, y ahora, se habían alejado del
objetivo.
Por espacio de dos días, por mar y aire,
fueron llegando vehículos de transporte a la base antártica con los cien mil
doscientos cincuenta integrantes de la misión.
Volvían al ambiente que más se asemejaba
al de su origen donde las temperaturas eran más bajas y la luz menor que la
existente en la superficie. Quedaban atrás los meses de duro entrenamiento y
largas sesiones de reeducación neurológica para soportar las duras condiciones
del planeta.
Transcurrieron varios meses en los que
el doctor Caster, junto a sus equipos médicos y técnicos, desmenuzó todos los
datos, los analizaron hasta donde el conocimiento les permitía, volvieron a
reeducar a los 10 afectados, desarrollaron nuevas técnicas y mejoraron
ligeramente las anteriores.
Ben ya dispone de los resultados finales
e irrefutables a sus investigaciones, convoca una reunión al más alto nivel en la que explicará las
modificaciones necesarias para culminar la misión. La presión de la situación
ha hecho mella en su mente privilegiada, es consciente que el futuro de su especie y de los sliumitas depende de su comunicado, de su capacidad de convencimiento para que se descarte la imposición por la fuerza y no se genere una guerra
abierta con los habitantes de Slium.
A la hora prevista, todas las
holopantallas programadas muestran su rostro compungido. El destello verde le
anuncia que puede empezar su comunicación.
‹‹Estimados compañeros, en los últimos
meses, los grupos de trabajo se han esforzado en encontrar una vía correcta
para el tratamiento a la depresión agresiva que pueden sufrir nuestros
enviados. Las psicoterapias psicodinámicas y las terapias de conducta… han sido
descartadas, el resultado ha sido tajante: no existe alternativa, no hay solución.
La depresión puede aflorar meses después
del tratamiento y posterior seguimiento. El hipotálamo sufre modificaciones que
alteran el comportamiento del sujeto generando una agresividad irrefrenable que
solo se estabiliza, por corto espacio de tiempo, una vez consumado un acto extremadamente
violento.
El resultado de nuestros estudios aclara
que el método que hemos utilizado hasta ahora no es fiable al cien por cien –Realiza
un corto silencio para reforzar las palabras siguientes– La pugna entre el
inconsciente y la esfera consciente no desaparece con las terapias, sino que se
aletarga para aflorar violentamente más tarde, cuando la monitorización ya no
existe. La batalla generada entre los dos “yo” del individuo, desemboca en la
anulación de su racionalidad.
La alteración de nuestras normales condiciones
de vida, es decir, las diferencias entre nuestros ciclos luz – oscuridad / frio
– calor y los de este planeta, deben tratarse de forma distinta… con la administración
de inhibidores selectivos de forma oral y diaria. Los tricíclicos son la
solución adecuada para el tratamiento de la depresión agresiva, aunque el
efecto colateral es grave, la ralentización de asimilación y acción de nuestros
cerebros…
Señores, ya no somos superiores a ellos,
todo lo contrario, la perdida de nuestra ventaja mental y la imposibilidad de
manejar su voluntad provoca un cambio estratégico para conseguir el objetivo en
nuestra misión… de Invasión silenciosa
a… Convivencia››
Se podría deducir que el rango de violencia expresado en los humanos es probablemente resultado de un proceso similar? Particularmente en el caso de los psicópatas?
ResponderEliminarO quizá nuestra violencia es menor que la que muestran sus "scouts" por haber evolucionado aquí?