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sábado, 26 de enero de 2013

Leonardo antes de Leonardo



Leonardo antes de Leonardo
(Destino prefijado) 


Desde el alféizar de la ventana se deja caer, iniciando un vuelo silencioso hasta el campanario de la iglesia. Apostada tras la menor de las campanas comienza la sesión de sonidos chirriantes y estridentes dando paso a un siseo sonoro y metálico que aumenta de volumen, la lechuza disfruta de la noche histórica. 

En el cielo, la blanca princesa de la noche aparece acompañada de su corte de diminutas luces que adornan su negro manto y en las callejuelas adoquinadas, retumban los pasos presurosos que se dirigen a dar la bienvenida a un ser inmortal. 

Hoy es sábado 15 de abril de 1452 «la tercera hora de la noche», tres horas después del Ave María: las diez y media. 

Lejos del lugar, Messer Piero Fruosino di Antonio se lamenta de su mala suerte, un inoportuno viaje de la cancillería le impide llegar a tiempo para presenciar el nacimiento de su hijo. A pesar de los esfuerzos a los que somete a su cochero, la fatiga se apodera de los caballos y es necesario reponer fuerzas. Se detienen en una posada a algunas leguas de Florencia.

Tras una frugal cena, el cansancio vence a Messer Piero y un insolito sueño acontece:

“Seres humanos son engullidos por extraños aparatos metálicos, sin ofrecer resistencia. Algunos vuelan expulsando bolas ardientes de sus entrañas dirigidas a la ciudad, otros recorren el escarpado terreno velozmente a pesar de su gran volumen y otros se sumergen en el mar desarrollando desplazamientos increíbles. 

En el cielo, extrañas lonas sustentan el lento descenso de figuras humanas expulsadas de un artefacto aéreo similar a un gran tornillo y en el mar, desde naves flotantes, hombres embutidos en voluminosos trajes y con la cabeza cubierta con una gran copa de cristal se arrojan al mar. 

Desde la ciudad se observan atronadoras explosiones acompañadas de objetos incandescentes que surgen de grandes cilindros en movimiento gobernados por personas en su interior, el fuego se dirige veloz hacía las edificaciones impactando con ellas, modificando sus formas, disgregándolas y reduciéndolas en pedazos humeantes entre colores, azulados, rojos y amarillos. 

De repente aparece una gran burbuja voladora que recorre el cielo velozmente, su tamaño crece por su aproximación. Se detiene muy cerca de mí y en su interior aparecen dos siluetas humanas, una señora sonriente y su vitruviano acompañante observándome en silencio. 

El caos se desvanece, el silencio se hace presente y una potente luz invade la estancia, aparece un monje de hábito blanco murmurando una plegaria cada vez más clara: “El León creará el futuro, El León ruge mientras ardo,…”
 
En su violento retorno a la consciencia, Messer Piero recuerda y repite la última frase, “León ruge mientras ardo”, susurra la primera y última de las palabras LEON – ARDO, ¡Leonardo, mi hijo ha nacido!

José Cascales Vázquez (25/01/2013)


8 comentarios:

  1. Un muy interesante relato, me resulto muy agradable su lectura. Espero poder seguir leyendo mas de sus obras.

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  2. Ya, creo, que he decir que tienes esa virtud. Lo lees rápidamente y no porqué quieres, sino porque el texto te lleva a ello. En un fugaz momento se termina, y quieres mas.

    No solo me ocurre con este relato, sino con la mayor parte de relatos que has escrito.

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    1. Gracies Gaby. Me alegro que te pase eso, intento imprimir ritmo a lo que escribo, aunque a veces me paso. En este caso, al ser tan corto creo que está muy bien medida la acción.

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  3. Un buen relato, como todos los tuyos, que se leen muy amenamente.

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