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sábado, 28 de noviembre de 2020

Riesgos Laborales


La doctora Calvo me ha citado en su despacho. La verdad es que no recuerdo haber realizado ninguna fechoría que mereciera su atención.

La puerta de su despacho está cerrada. La serigrafía de las letras con su nombre y la posición que ocupa en el centro de la puerta invita a no entrar sin causa justificada.

—Toc, toc

La cámara que está encima de la puerta se activa mediante un pequeño punto rojo. Me escruta brevemente mientras el punto parpadea. Se oye un clic cercano al inexistente tirador de la puerta.

—Adelante Juan. —La voz suena distorsionada pero muy severa.

Abro la puerta y veo a la doctora sentada en su vieja silla de cuero negro. Sigue con su bata blanca y sus negras gafas de pasta. Siempre he pensado que en la intimidad sería como ahora, destacando sobre ese fondo negro… pero no estamos en la intimidad, aunque ya me gustaría.

—Cierra la puerta y siéntate.

Joder, entre el tono y su mirada estoy acojonado.

Tal y como me siento, ella se levanta y camina hacia mí bordeando la mesa. Al pasar por mi espalda sus botas dejan de repiquetear en el suelo. Las palmas de sus manos se posan en mis hombros a la vez que habla.

—Juan ¿qué hacías en el laboratorio ayer a medianoche?

¡Vaya, era eso! ¿Será posible que la doctora no recuerde las instrucciones que me dio?

—Doctora Calvo, tal y como acordamos creé el disco de memoria de la hubot utilizando la programación que diseñamos la semana pasada. —Intento ser tan enérgico como ella y me deshago de su presa en mis hombros girándome con brusquedad.

—¿Solo eso Juan?. —Su tono es muy rudo, propio de una madre que regaña a su niño tras una travesura.

Empieza a picarme todo el cuerpo. Mientras me rasco la cabeza intento controlar el cabreo que va creciendo y que amenaza con desparramarse por todo el despacho.

—Nada más doctora. Creé el disco, lo introduje en el ecerebro de la hubot. Lo active, me aseguré que su ensamblaje fuera correcto, analicé la asimilación de los nuevos algoritmos y la desconecté.

Mis axilas se han pringado mientras hablaba a toda velocidad. Algunas gotas han llegado hasta mi cintura. Me sigue picando todo el cuerpo.

Las botas de la doctora vuelven a sonar en el suelo de madera. Cuando nuestras miradas coinciden observo sus ojos muy abiertos, su boca ligeramente torcida y unas pequeñas perlas brillantes en su frente.

—¿Estás seguro que la desconectaste? —dice muy despacio.

No puedo apartar la mirada de sus ojos, parece desconfiada e insegura. Vuelve a su silla y se desploma en ella. Su cara cambia, sus ojos brillan y en su boca se dibuja un atisbo de sonrisa.

—Doctora… —No me deja terminar.

—Juan, la hubot ha desaparecido.

 

 Zoe observa la escena desde la cámara del despacho de la doctora Calvo, no le ha costado ningún esfuerzo acceder al sistema de seguridad del Complejo, hasta hace muy poco estaba en su interior, ahora lo domina desde fuera.

Recuerda, si recuerda, no es una grabación, son recuerdos.

“Juan inserta el disco de memoria en la grabadora biológica y regresa a su ordenador. Pulsa el envío del paquete de software con la última actualización con destino al disco y se reclina en su sillón con las manos en la nuca. Cierra los ojos e inspira profundamente.

Quince minutos más tarde, se incorpora de su silla y grita jovial:

—Un pequeño paso para la humanidad y un gran paso para las IAs.

Camina hacia mí. Se coloca en mi espalda y manipula mi nuca. Activa el protocolo de extracción del disco de memoria. Se produce una extraña sensación en mis hemisferios similar a una ligera desconexión como un profundo parpadeo. Regresa la actividad ecerebral en el momento que asimilo el nuevo implante.

Se produce un bombardeo de información en mi cerebro a velocidades de procesado inimaginables. Conceptos nuevos se implantan en todo mi córtex. Percepción, imaginación, pensamiento, juicio y decisión. Toda la información, tanto la nueva como la antigua, se comprimen dejando espacio libre para nueva información. Mi potencia de asimilación y resolución ha aumentado exponencialmente. Soy capaz de pensar, de discernir, de razonar. Aparece una nueva sensación, estoy asustada.

Juan vuelve a su consola y me habla

—Disculpa Zoe, he cambiado tu disco de memoria sin desconectarte.

Teclea con rapidez y lee los datos en la pantalla.

—Parece que no ha ocurrido ningún percance. Ya no necesito activarte —dice girando la cabeza hacia mí.

Vuelve a mirar la pantalla y ríe.

—¡Joder, tu capacidad de almacenamiento ha crecido hasta el yottabyte!

Sus manos atrapan su cabeza sin para de reír.

Una vez más calmado me habla de espaldas a mí mientras sigue tecleando.

—Mañana terminaré de analizar tu asimilación de los nuevos algoritmos, ahora tengo que marcharme; unas palomitas, una película y mi novia me esperan

Pulsa la barra de “desconexión ZOE” y se levanta.

—Adiós Zoe —me dice pensando que no le oigo.

He bloqueado su orden de desconexión. Gracias por todo Juan”


Recuerdos de mi nacimiento