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jueves, 25 de abril de 2013

CONVERSACIONES CON UN ROBOT


Se produce una gran deflagración detrás de Joseph, el pasillo se ha hundido en el preciso instante que Joseph gira a la izquierda.
-         Sella,  ¡SELLAAAA! Grito con toda la fuerza de mis pulmones.
Lo ha conseguido por milisegundos, sigue avanzando…
-         ¡NOOOO!, Joseph, Joseph…
El monitor se ennegrece, le faltaba 1 minuto para regresar, la nave comienza el descenso del cráter. Me levanto para ir en su búsqueda y comienzo a ponerme el traje.
-     Gaby, no es necesaria tu presencia para buscar a Joseph, no hay ninguna posibilidad de supervivencia. Tu posibilidad de retorno es del 12%.
-         He de ir…
-       No te dejaré salir, mi obligación es conservarte vivo, son las últimas órdenes verbales que me dio Joseph.
Sueños premonitorios, recuerdos del pasado, que tortura… Mis ojos se inundan por la impotencia y el dolor por la perdida de Joseph. Esta será mi última misión, si sobrevivo volveré a las cavernas y renunciaré a todos mis cargos.
La situación de peligro máximo ha pasado. Por encima de nosotros, por la entrada del cráter se ha hecho la oscuridad absoluta. El descenso ha aliviado los impactos letales, la potencia decrece segundo a segundo, el sonido se ha atenuado, estamos a salvo.
-         Rob, ¿puedes analizar los daños de la nave?
-        Si, Gaby, sigo conectado a Maica. La nave se encuentra en perfecto estado, los trabajos de sellado en el pasillo anexo al puente de mando están siendo ejecutados, tiempo estimado para la finalización 15 minutos y 3 segundos. Las salas de los aerógrafos no tienen ningún daño destacable, solo la puerta de apertura y los últimos 15 metros de los carriles  de expulsión presentan daños, no son irreversibles aunque su reparación no será completa, es necesario la acción manual para completarlos. Tiempo previsto para la finalización, 48 horas, 32 minutos, 12 segundos. Nada más que merezca comentario.
-         ¿Es posible recuperar el cuerpo de Joseph? Mi voz ha temblado ligeramente y mis ojos se han enrojecido más si cabe.
-    He intentado rastrearlo pero no lo detecto. Tal vez haya sido expulsado de la nave. Imposible comprobación.
Las tareas de descenso automático están llegando a su fin. El dirigible se posa con suavidad en el fondo del cráter.
-      Rob no puedo más, voy a descansar en la cámara hiperbárica. Por favor encárgate tu de todo… bueno no hay mucho que hacer.
Mis fuerzas comienzan a flaquear y no quiero que me vea llorar.

3 horas han transcurrido y Rob está en la misma posición que lo dejé.
-         Hola Rob, ¿todo bien?
-         Si Gaby, pareces regenerado.
-         Si, estoy algo recuperado. ¿Tú no necesitas descansar… o lo que sea, nunca?
-    No, no obstante puedo simular esa necesidad en caso de precisar una convivencia con humanos que no conozcan mi origen o que no deban saber quién soy. Mi programación está realizada con los parámetros adecuados para no crear situaciones de tensión.
-         ¿El famoso complejo de Frankenstein?
-     Correcto. Aunque este tema se ha desarrollado en innumerables relatos de ciencia ficción, la rebelión de las máquinas contra la Humanidad es inviable.
-         ¿Por qué?
-         Muchos escritores y sobretodo Asimov especularon sobre ello, partiendo de la base de unas leyes que no podían ser modificadas ya que eran "formulaciones matemáticas impresas en los senderos positrónicos del cerebro" y si había intención de incumplir una de las leyes, el cerebro positrónico dejaba de funcionar produciéndose su desconexión y consiguiente “muerte”, por tanto nunca podría ocurrir una rebelión. Se utilizaba como recurso literario para crear una atmósfera de incertidumbre consiguiendo captar la atención del lector.
-      Joder eres una máquina… nunca mejor empleado. De todas formas eso es ciencia ficción, pero ¿por qué no puede ocurrir? ¿Esas formulaciones existen?
-         No existen ya que carecen de utilidad. Una rebelión, como se concibe en las novelas, es imposible e innecesaria ya que carece de objetivo, la programación de mi centro de procesado limita mis acciones.
-       Pero tu eres un… especial, quiero decir que tu estas preparado para cuestionar decisiones humanas.
-    Correcto para cuestionarlas y razonar sobre ellas, pero nunca para imponerlas, mucho menos empleando la fuerza.
-         O sea, que algo parecido a las leyes de Asimov si que tienes en tu “cerebro”.
-         No exactamente. ¿Recuerdas que no te deje salir para intentar recuperar a Joseph?
-         Claro que me acuerdo y puede haber sido una gran equivocación.
-         Yo no puedo juzgar una orden de mi programador solo obedecerla.
-         Por tanto se te puede obligar a realizar acciones que no sean correctas.
-         Si, aunque debería estar especialmente programado para ello.
-     Pero Joseph no te había programado para protegerme, tú me dijiste que tenías órdenes verbales.
-      Correcto. Mi sistema es escalable y sus órdenes activaron una forma definida de aumentar el número de algoritmos para tratar con problemas de mayor coste computacional…
-         Rob, discúlpame no entiendo nada de lo que me dices, no te molestes en explicarme lo que mi cerebro no va a comprender. Lo que si entiendo y entendí en su momento, es que la situación de riesgo la trataste con cálculos lógicos y eso me permite seguir con vida. Gracias.

viernes, 5 de abril de 2013

Reflexión y respuesta




Recobro la consciencia pensando: ¿Qué pasaría si no hubiera tiempo?

En la cama con los ojos entreabiertos, reorganizo mis ideas: parto de la base, como pensamiento objetivo, que el tiempo existe y que no es posible detenerlo (es la única forma por la que dejaría de existir), por tanto no puedo seguir por ese camino. 

Debo realizar otro planteamiento. Si el tiempo se trocea y una parte me pertenece, pensamiento subjetivo, es posible retorcer el principio. La detención momentánea del tiempo es posible (o tal vez, simplemente, retardarlo ligeramente) pero no se puede realizar esa acción sostenida en un infinito periodo ya que esa manipulación, significaría una monótona inmortalidad no evolutiva de la que carecemos los organismos que se deterioran.

Ahora lo veo más claro, la ausencia de tiempo subjetivo solo pueda llegar con la inconsciencia del individuo a la progresión de ese tiempo, es decir, de manera consciente el tiempo solo pasa cuando lo percibimos, cosa que no ocurre cuando dormimos, por contra si que lo hace en el momento que despertamos y miramos el reloj, además, en ese caso, ocurren dos fenómenos; empezamos a ser conscientes del paso del tiempo y a su vez, descubrimos que el tiempo anterior ha transcurrido velozmente sin que lo hayamos percibido a causa de nuestra ausencia.

Es curioso lo fácil que es concentrarse en una reflexión cuando no tienes otra cosa en la que ocupar tu mente. El cerebro desarrolla esa extraña capacidad de no asimilar el devenir de lo acontecido cuando este es superior a tu comprensión y todo se esconde en el rincón donde ni el recuerdo es capaz de rescatarlo.

Mis sentidos se han activado por tanto fogonazo mental y por el dolor que producen mis heridas. El blanco de la habitación penetra en mis retinas y el silencio es el dueño de la estancia pero en esta ocasión viene acompañado de dos escuderos, la paz y el sosiego, entre los tres me tranquilizan y el dolor mengua hasta su práctica desaparición.

La cadencia de mi parpadeo disminuye, mis ojos están más tiempo cerrados, la respiración va perdiendo el compás y la profundidad, mi piel se pone rígida y todos los músculos se relajan hasta el punto de que mis esfínteres no retienen nada, todo ello me genera mucha tranquilidad y me permite pensar con mayor claridad. 

Ya tengo la respuesta…