Comienza el otoño y los agricultores chinos han fabricado las casitas de heno seco para que hibernen en ellas las arañas que viven en los arrozales. De esta forma, sobreviven a los rigores del duro invierno y a la llegada de la siguiente primavera están dispuestas para atacar a las hordas de insectos que pretenden arruinar las cosechas. Así sucede desde tiempos ancestrales, una perfecta simbiosis en beneficio común.
Los arrozales de La Cuenca del Changiang (Yangtsé) son muy apreciados por su historia ligada al arroz de excelente calidad, en su variedad Hsien no transgénico, del cual se ha alimentado el pueblo y las clases sociales altas desde hace varios siglos. Los murales de muchas de las casas agrícolas escenifican las grandes caravanas que se fletaban para transportar el arroz a los centros económicos del país.
Actualmente se continúa aplicando la tradición en todo el proceso productivo, consiguiendo un grano largo de gran calidad y alto valor nutritivo que compensa su alto coste.
Las naves de la UT aterrizaron esta mañana en la cuenca. El día nos recibió soleado y los agasajos de los agricultores han hecho muy agradable la espera.
Todo nuestro personal ha asistido, con paciente respeto, a las tradicionales oraciones, invocaciones y ofrendas en las que se implora por una próxima cosecha abundante. Una vez finalizados los fastos y transcurridos 30 minutos, las familias de los agricultores han retornado a sus hogares con sus quehaceres y, en ese instante, con gran lentitud y ceremoniosa armonía gestual, Xing Li nos realiza la ofrenda esperada: las 5 casitas asignadas con sus arácnidos inquilinos.
Con extremo cuidado y esmero las hemos ubicado en las urnas que reproducen con total precisión el clima existente en su lugar de origen, aisladas de cualquier cambio externo para no entorpecer el sueño invernal.
Las arañas llegan al laboratorio de la UT cuarenta y cinco días después de su recolección. Previamente se han revisado todos los protocolos anteriores a la recogida y las conclusiones de los análisis son las mismas para los cinco casos:
APTAS. Proceso de madurez óptimo para soportar las pruebas posteriores.
Iniciamos la 2ª Fase. 48 horas más tarde realizamos los controles necesarios para que la reintroducción en el nuevo hábitat sea un éxito. Procedemos a inducirles un coma con el fin de que su hibernación no se vea afectada por las manipulaciones a las que van a ser sometidas.
Transcurridas 24 horas comienza la 3ª Fase. Las constantes vitales son estables y estas monitorizadas. Los micro robots ya están preparados para la recuperación vital en caso de necesidad.
4ª Fase. 24 horas después cada una de las cinco unidades científicas reciben un individuo al que inocularán las diferentes proteínas que modificarán ligeramente sus necesidades vitales de oxigeno y agua, provocando mayor resistencia a un clima más extremo que al que están acostumbradas. La severidad de temperaturas de -120ºC no será problema para ellas. A la finalización de las cinco fases de las que consta el programa se convertirán, prácticamente, en una nueva especie.
5ª Fase. 15 días han transcurrido desde la finalización de la 4ª fase; vamos a dar comienzo a la fase crítica del programa. Las Técnicas in vitro de ácido nucleico, incluidos el ácido desoxirribonucleico (ADN) recombinante, realizadas en la fase 0 hace tres años, se extraen y se inyectan distribuyéndose en células u orgánulos, sustituyendo el original y fortaleciendo al organismo en el plano multiorgánico.
10 años de nuestra vida y todos nuestros avances biotecnológicos han sido empleados. Dentro de dos meses obtendremos el anhelado éxito o…volveremos a intentarlo.
Cumplidos 30 días desde la modificación del ADN y a 30 días de la finalización del programa, dos de los individuos no han resistido. Los micro robots se activaron esta mañana y después de 2 horas de estresante trabajo en los monitores, impotentes y sin poder intervenir, hemos perdido a Smith y John, como eran denominados por los integrantes de las unidades a su cargo.
El desanimo comienza a contagiarse en los tres equipos restantes, a pesar de que los resultados de los controles a sus individuos es perfecto. Con frenesí los científicos repasan una y otra vez todas las analíticas y gráficas de las últimas 30 jornadas. Afortunadamente la revisión ha calmado los ánimos como un bálsamo curativo para las mentes agotadas por la tensión de los momentos vividos.
El día D ha llegado, visionamos el exterior, a pesar de la hora, 10 de la mañana, la luminosidad es pobre y el día será corto. La zona está perimetrada y protegida por una cúpula transparente y resistente a las tormentas de arena que se producen en la zona. En el futuro está cúpula podrá ser retirada fácilmente, es retráctil y ha sido colocada para que la adaptación al nuevo hábitat sea gradual, siendo posible modificar las condiciones climáticas internas en caso de que se acerquen a los parámetros de incompatibilidad con la vida arácnida.
La temperatura exterior es de 5ºC, hoy alcanzaremos una máxima de 12ºC y una minima nocturna de -97ºC. El verano permitirá que estas temperaturas mejoren ligeramente en 8 ó 10 grados positivos.
La plataforma que contiene la plantación de arroz modificado y las moscas están a la espera del despertar de las arañas.
Por segundo año consecutivo las moscas han eclosionado. Las modificaciones de las moscas fueron simples, la resistencia a climas extremos es innata y no precisó una preparación tan compleja. Murieron muchos ejemplares, pero la ausencia de depredadores permitió la supervivencia de suficientes individuos. Este año habrá una diferencia, la presencia de sus depredadores naturales.
Observamos los monitores, los micro robots van a recibir nuestras órdenes para provocar el despertar de los tres ejemplares. Los primeros pasos en la tierra roja están a punto de realizarse.
Temerosos del fracaso activamos los robots de Eve, el primer ejemplar hembra. A los 2 segundos se observan movimientos en la paja que compone la casita, Eve sale de ella, nuestros corazones se detienen. Ligeros espasmos y saltos se perciben en su avance, debe estabilizarse en 10 segundos o… morirá… 1, 2…6 segundos, los espasmos se vuelven violentos y ya no salta. 8 segundos, se arrastra lentamente, su organismo se colapsa… no podemos hacer nada…sólo observar su muerte.
Intento captar la atención con un grito de aliento, -“Tenemos dos oportunidades más, insuflemos fuerza positiva. Ya analizaremos lo sucedido más tarde”
Mis palabras funcionan como un resorte, activamos a Joseph, el único macho del que disponemos y… se repite la historia, movimientos espasmódicos y pequeños saltos, 3 segundos, 4… 5… 6, ¡ya no salta!, 7… 8, ¡los espasmos han desaparecido!... 9… ¡se ha detenido!... pero, ¡sus constantes vitales son correctas! Tras unos segundos de reconocimiento del terreno, Joseph se dirige a las plantas cercanas a su cueva y el prodigio de la ingeniería comienza su proceso, los hilos de seda más resistentes, los amarres, aparecen por la glándula mayor dando comienzo la estructura singular. Desde la misma glándula aparecen las hebras que van a formar el marco y los radiales… ya está construyendo el entramado provisional sobre el que fabrica la tela espiral de captura a la vez que elimina el andamio temporal… las dos primeras moscas han caído y Joseph se dirige hacía ellas para paralizarlas y llevárselas a lugar tranquilo para devorarlas.
Nuestras caras de felicidad reflejan la liberación de las tensiones de los últimos meses.
El coordinador nos recuerda que el trabajo no ha finalizado, -“Vamos chicos falta Rachel todavía tenemos pendiente su despertar”. Buscamos la imagen en el monitor pero… ¡su casita está vacía!… -“es imposible, no puede haber desaparecido”
La observación de los primeros minutos de Joseph, nos hizo olvidar el visionado de los monitores de Rachel. Nos disponíamos a repasar la grabación de los últimos minutos,
- ¡Eh mirad, en el cuadrante A7!
- ¡Hay una telaraña… y no es la de Joseph!
- Tiene 5 moscas capturadas y Rachel está… devorando a su presa.
Las risas dieron paso al llanto, llanto de alegría… nuestro trabajo ya estaba hecho… la terraformación de Marte está en marcha en su Etapa 2.